¿Cómo afecta el dolor de cabeza a la conducción?

Las migrañas y cefaleas son una de las enfermedades más comunes (y menos visibles) que nos pueden afectar al conducir, sobre todo en verano. Entre sus síntomas, encontramos alteraciones de la visión, falta de movilidad en miembros superiores o inferiores, dificultad para la concentración y lentitud de reflejos.
Por eso no es de extrañar que uno de cada tres conductores que sufre cefaleas considere esta enfermedad como un riesgo para la seguridad vial, según desvela el estudio “Cefaleas, migraña y riesgo para la conducción de vehículos”, realizado por el Grupo de Neurología de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT) y la Asociación Española de Pacientes con Cefalea (AEPAC), en colaboración con el Instituto de Seguridad Vial de FUNDACIÓN MAPFRE.

Alrededor del 15% de la población padece cefaleas y migrañas. Estos dolores de cabeza intensos afectan sobre todo a las mujeres y se repiten una media de entre 3 y 6 veces al mes. En verano son más frecuentes, por el exceso de sol, los cambios de presión y de temperatura y el abuso de bebidas alcohólicas y alimentos muy fríos.
 Casi la mitad de los conductores con cefaleas reconoce que alguna vez a tenido que buscar una zona de descanso hasta que los síntomas disminuyen. Uno de cada cinco ha tenido que llamar a un familiar o un amigo en busca de ayuda y el 12,5% de los conductores se ha visto obligado a detener su vehículo en el arcén de manera temporal hasta que desaparecen los síntomas.
Además, más del 40% de los encuestados en esta investigación ha sufridodisminución de movilidad o falta de sensibilidad en las extremidades y uno de cada tres ha tenido problemas de visión causados por las cefaleas.
Uno de los datos más relevantes del informe es que no todas las cefaleas influyen igual en la conducción. Las cefaleas tensionales pueden tratarse más fácilmente, pero las migrañas provocan un dolor severo que limita por completo la actividad diaria de las personas que las padecen, incluida la conducción.
Muchas veces, no obstante, el mayor riesgo para la seguridad vial no es la enfermedad en sí, sino su medicación. Muchos fármacos pueden producir efectos adversos, como la fatiga, que padecen casi siete de cada diez afectados por esta enfermedad. Otros efectos relacionados con la medicación que pueden poner en peligro al conductor son la somnolencia, la dificultad para concentrarse, las alteraciones de la visión, la lentitud de reflejos y la desorientación.
El informe de FUNDACIÓN MAPFRE recomienda prevenir y disminuir el riesgo al volante con pautas básicas como evitar la automedicación, seguir las instrucciones del médico, al que debemos informar de qué tipo de trabajo hacemos, si conducimos o usamos maquinaria peligrosa y qué efectos notamos que nos provocan los fármacos.
Dentro del vehículo, se aconseja seguir pautas sencillas como sentarse lo más cómodamente posible, para lo que debemos colocar adecuadamente el respaldo del sillón, la altura del asiento, el reposacabezas, los retrovisores y la distancia al volante y a los pedales. El objetivo final es evitar posturas forzadas, movimientos repetitivos y sobreesfuerzos musculares de la columna vertebral que pueden desencadenar o potenciar las cefaleas.

Para más información sobre este y otros estudios sobre seguridad vial, consulta la sección de investigación del Instituto de Seguridad Vial de FUNDACIÓN MAPFRE.
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