ANOMIA Y MÁS VIOLENCIA EN LOS CONTROLES DE ALCOHOLEMIA
(08-02-2015 - diarionorte) La violencia creciente en los controles de alcoholemia que realizan en conjunto inspectores municipales, la Policía y la organización Padres en la Ruta, no da tregua. Durante el fin de semana se registraron nuevos episodios que pusieron en peligro la integridad de las personas afectadas a esos operativos. En total, 13 automovilistas dieron positivo en el test de alcoholemia, hubo 20 motos con diferentes infracciones al Código de Faltas y se labraron 66 actas contravencionales.
El crecimiento de los hechos de violencia es una realidad instalada cada fin de semana. Así lo reconoció Carlos Alabe, desde Padres en la Ruta, la entidad que hace casi diez años organizó los primeros controles de este tipo. “Lo venimos manifestando permanentemente en nuestros informes”, resaltó en diálogo con NORTE, aunque advirtió que “este panorama es cíclico y se acentúa en el verano”. Así, explicó que en la mayor ingesta de alcohol influyen determinados factores, entre ellos, las elevadas temperaturas y cierta época del mes, por caso, cuando se cobran los salarios.
“Observamos el comportamiento cada vez más violento de los infractores, en forma creciente. Entonces, la Policía está obligada a actuar, como corresponde, y cada vez se registran más intervenciones”, describió Alabe, quien cada primer domingo de mes está presente en los controles que se realizan en distintos puntos de la ciudad capital.
En una apreciación personal, consideró que la detección de más casos de alcoholemia positiva se vincula con las temperaturas y “una trasgresión en el espíritu del infractor”, ya que existe un libertinaje derivado de una sensación colectiva de injusticia. “Es como decir que no pasa nada si se infringen las normas”, describió. Entonces, existe “un enojo de parte del infractor y actitudes violentas”, que sólo encontrarán solución cuando “la sociedad empiece a entender que hay que respetar las normas y que la justicia funciona”.
La mayor cantidad de casos de alcoholemia positiva se presenta en infractores que tienen entre 25 y 35 años, quienes atraviesan una etapa especial de su vida, con logros personales y profesionales que elevan el ego. “Son jóvenes que acceden a su primer auto, su primer trabajo, son profesionales. Todo eso les genera el síndrome del pechodurismo. Y los lleva a pretender instalar una ley individual”, sostuvo Alabe.
Y se presentan con actitudes violentas sólo al momento del control, actitud que no se verifica al momento de concurrir al Juzgado de Faltas a hacer efectiva la infracción. “Nunca va nadie en carácter de revoltoso al Juzgado. El problema es el estado de ebriedad que se hace exacerbar en su violencia. Pasan del enojo y de la irritación a la actitud violenta”, analizó.
Diferentes metabolismos
En su repaso, Alabe mencionó también otro factor recurrente que denotan en los controles. “Son muchos casos en los cuales el nivel del alcoholemia es alto, pero no está expresado proporcionalmente en la actitud del infractor. Los médicos nos decían que se explica porque cada metabolismo es diferente”, comentó, y señaló que de igual forma “es un llamado de atención”.
En cuanto a los niveles de alcoholemia, el referente de Padres en la Ruta aseguró que el promedio detectado se mantiene en torno a uno, cuando el nivel máximo permitido es de 0,5 grs/litro de sangre. En ese contexto, reflexionó: “Pueden esquivar el control pero no a la muerte”.
"Pueden esquivar el control pero no a la muerte”, señaló Carlos Alabe, de Padres en la Ruta.
Una generación más responsable
De la observación y de la experiencia de los últimos años, Alabe rescató que en los últimos tiempos “muchos jóvenes deciden no salir en autos y organizan otros tipos de eventos”. “Reconocen la eficiencia de los controles, pero igualmente vemos que con diez años no alcanza y vamos a tener que seguir hasta que haya un total recambio, y esos chicos que nosotros vamos a concienciar en las escuelas formen una sociedad más responsable”, señaló.
Por eso insistió en que la solución a esta coyuntura es la educación. “Hay que hacer más escuelas de manejo con más pistas. Y hay que hacerlos entender a nuestros funcionarios que dejen de gastar en terapias intensivas y hagan más pistas”, enfatizó.
Un protocolo sólido
Alabe, que cada primer domingo de mes está presente en los controles, valoró los avances logrados en el protocolo de control, y el respeto a ese ordenamiento. “En algún momento hubo confusión”, recordó.
Así, repasó “las tres patas” en el control de alcoholemia: los inspectores municipales, que efectúan el control propiamente dicho, y cuya cantidad de efectivos es creciente; la Policía, que actúa para resguardar la seguridad, y los Padres en la Ruta, que verifican que todo transcurra en orden entre esas dos fuerzas actuantes.
“Se acordó en ese protocolo cuál es el rol que cumple cada uno para eficientizar la tarea. Hemos avanzado muchísimo y se respeta”, ponderó. Finalmente, aseguró que la “estrategia de ubicación” de los controles y los puntos donde se instalan mejoró también y es un factor clave que se vincula con el cumplimiento del objetivo de los operativos.
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