17-07-14 (parabrisas.perfil) Cuando prevalece el
fatalismo ante las desgracias de tránsito (“no se puede hacer nada para que no
sucedan”) mantener la velocidad reglamentaria de circulación y tener el sistema
lumínico en perfectas condiciones para que nos vean ayuda sobremanera a bajar
la tasa de choques.
Ya está finalizando la temporada de vacaciones
estivales y suele ser el momento apropiado para pensar en todo lo que ha
ocurrido en materia de seguridad vial. Es muy pronto todavía para tener
estadísticas concretas, pero daría la sensación de que disminuyó un poco la
cantidad de accidentes en las rutas más transitadas, aunque, de alguna manera,
se produjo un contrasentido. Si bien puede ser que el número de accidentes haya
sido menor, no puede obviarse la especial gravedad que tuvieron muchos de ellos
que acarrearon terribles consecuencias. Resulta doloroso que, luego, en las
estadísticas, todo aparece fríamente y, a veces, cuesta entender los verdaderos
motivos de esas desgracias.
Como ya hemos dicho muchas veces, lejos estamos de
entender que los accidentes de tránsito sean “inevitables”, como de alguna
manera ciertas personas prefieren interpretarlos. Trabajamos mucho junto a los
conductores para que asuman su tarea con la convicción de que tienen la
posibilidad de disminuir la posibilidad de que les ocurra “lo inevitable”.
De acuerdo con lo que informaron las noticias,
algunos de los accidentes más dolorosos fueron choques frontales, vuelcos y
cruzamientos a la mano contraria. Estas tres son, generalmente, las situaciones
que terminan en accidentes muy feos. Además, este año hubo varias tragedias
generadas en una situación que también suele conllevar graves consecuencias:
los choques sobre la misma mano de circulación y en el mismo sentido, es decir,
vehículos que atropellan a otros que circulan sobre su mismo camino. Por lo
general estos casos ocurrían cuando algún motivo anormal (niebla, quema de
pastizales, lluvias muy intensas, etc.) producía una sorpresiva pérdida de visión
hacia adelante y los vehículos se encontraban de repente con otra unidad
detenida. Pero, aparentemente, este año hubo accidentes en los que no se
presentaron ninguna de estas causas, con lo que se hace más difícil establecer
los motivos. Parece interesante, entonces, analizar distintos motivos que
pueden producir estos hechos.
AL MISMO RITMO
Una de las probabilidades, si el choque acaece de
noche, es el estado deficiente de las luces de algún vehículo que impide que el
tránsito que se aproxime se entere de su presencia. Puede ocurrir también que
algún vehículo ingrese a la ruta desde algún cruce o camino lateral zonal muy
lentamente sin tener en cuenta la alta velocidad del tránsito que se aproxima.
Pero también se producen hechos por la diferencia de
velocidad entre vehículos en condiciones normales, especialmente en las rutas
de doble circulación, hecho que origina situaciones muy peligrosas porque, de
pronto, cuando se desencadena el problema, todas las opciones son malas. Hacia
la izquierda: choque frontal, hacia la derecha: salida de camino a alta
velocidad, y sobre la misma mano: choque violento con el vehículo que está
sobre la ruta. Lo que debemos notar es que todo comienza por las distintas
velocidades.
Por eso entendemos que los conductores deben ir
bien atentos a las distintas velocidades de circulación de los demás vehículos,
y estar dispuestos a aceptarlas y proceder adecuadamente en lugar de perder
tiempo en “sentir” que el otro debe corregir lo que está haciendo.
Es sabido que los conductores, en general, tienen
la convicción de que su ritmo de marcha es el adecuado. Por lo tanto, los que
están fuera de esa cadencia les provocan una incomodidad que los hace perder
tiempo en ejecutar la reacción más conveniente.
También se ha comprobado que, generalmente, el
organismo de los conductores adapta sus reflejos a la velocidad de marcha.
Quienes circulan a baja velocidad tendrán reacciones de manejo más lentas en
comparación con los que hagan lo contrario. Por consiguiente, en el inicio del
problema, independientemente de las sensaciones, cada cual hará todas las
maniobras a su ritmo, el que les parece que es el correcto.
Es muy útil comprender y aceptar estas realidades,
ya que puede evitar llegar a la situación complicada al tomar más rápidamente
decisiones preventivas ante cualquier evento inesperado.
En muchos casos, estos eventos tan dramáticos
comienzan con un simple error de cálculo o una actitud no adecuada en relación
con el resto del tránsito. Considerar las diferentes velocidades de circulación
puede evitar que se realice una maniobra incorrecta al ingresar a un camino,
cambiar de carril o intentar un sobrepaso. También, incorporar el hábito de
observar todo lo que ocurre en la ruta muy adelante puede permitir descubrir a
tiempo cualquier situación que impida avanzar normalmente y, en ese caso,
comenzar de inmediato la reducción de velocidad.
Por otra parte, es fácil notar que, si se circula
dentro de la velocidad promedio del tránsito, todas las aproximaciones se
producen con más tiempo para resolver. Circular muy por debajo o por encima de
ese ritmo hace que los conductores estén permanentemente enfrentando
situaciones de mayor tensión que pueden complicarse. Esto es válido tanto para
las rutas de doble circulación como para las autopistas. Por eso, en algunos
países se respetan tanto la velocidad máxima como la mínima establecida para
cada caso y, en general, esa diferencia no suele ser mayor al 15/20 % entre
ambos extremos.
El concepto que prevalece en esos casos es que los
vehículos de todos los tamaños, y sus conductores, tienen que estar acordes con
la velocidad promedio de los caminos a los que ingresan. Y aunque lo más
frecuente es que se castigan los casos de exceso de velocidad, también son
sancionados los que circulan despacio y, en ocasiones, se les sugiere utilizar
otras alternativas de caminos. Estos controles y sanciones solo procuran
mejorar las condiciones de seguridad de todo el conjunto de vehículos que
circula por ese lugar.
CON TODAS LAS LUCES
Por los mismos motivos, y pensando en la noche,
también sería bueno conseguir que las personas entiendan la importancia de que
su vehículo tenga todas las luces en perfectas condiciones, especialmente para
que sea visto por los demás y pueda hacer las señales correspondientes cuando lo
necesite Todavía se ven muchas fallas en este sentido, aun en vehículos
modernos y, lo que es peor, en unidades de gran porte.
Hay que entender que no se trata solo de evitar
posibles multas y, como hay pocos controles, puede desatenderse el problema de
alguna lámpara quemada o algún tramo de instalación defectuosa. Es un tema que
influye directamente en la seguridad de todos.
En síntesis, creemos que realmente cada conductor,
que es el responsable de su vehículo, puede tomar decisiones y tener actitudes
que mejoren mucho la seguridad en varios aspectos. Ojalá sean cada vez más los
que lo apliquen y cada vez menos las situaciones para lamentar.
http://parabrisas.perfil.com/2013/03/06/aportes-para-disminuir-los-accidentes-2/