PERIODISTAS BUSCABAN NOTICIAS, QUISIERON ESQUIVAR UNA PERRA Y VOLCARON CON EL AUTO
Se cruzó la perrita, pareció dudar, intenté esquivarla (lo que no hay que hacer), pero antes del descontrol del coche, preferí el sacrificio del animal con rotura de la parte frontal del auto, que una cosa peor. La cosa peor vino igual, porque el morder la banquina que tiene piedras, el neumático delantero derecho se desbandó, originando el descontrol de la unidad, un Toyota Corolla, que precisamente se particulariza por ser un auto muy seguro a la hora de este tipo de maniobras.
El reventón del neumático dejó el auto a la deriva, y mas allá del freno, volantazos, intentos desesperados, el mismo se cruzó al carril contrario, pintando la ruta con tres marcas negras que se perdieron en el pasto de la banquina, llevando esa mole de metal cas gasta el alambrado, pero con la malísima fortuna, que dio su costado contra un montículo de tierra, de “clavó” y dio una vuelta completa, quedando con las cuatro gomas para arriba, y dos sujetos adentro, Daniel y yo.
La vida pasó en un segundo por la mente, lo increíble, lo inesperado, lo que pensamos que nunca sucedería, estaba ente nosotros, un coche destruido y dos grandotes adentro, viendo que hacer para salir lo más rápido de ahí, previniendo un probable incendio.
Daniel se quitó el cinturón de seguridad, desenganchó el mío, y pasando revista rápida del cuadro, nos preguntamos por el estado de uno y otro, comprobando que estaba todo en orden, emprendimos salida, gracia a Dios una puerta se abrió y fue el portal de egreso.
Salir, ver el esfuerzo material de muchos años hecho un bollo de chapas deformadas, las ruedas para arriba del que lavaste el sábado con dedicación y cuidado, porque es el medio de movilidad que integra una de las herramientas de trabajo y sustento, hacen que mires hacia arriba y preguntes ¿Qué pasó que no me cuidaste?, ¿Dónde estabas hace dos minutos?, pero después, miras tu compañero, te miras, estamos vivos, ilesos, y en la mirada está la respuesta, lo irreparable está intacto, el resto se repara o cambia más tarde o más temprano.
Y luego, las historias se parecen, vino la familia, los amigos, los abrazos, las voces de aliento, las cosas vivas de gente viva que lamenta igual que uno lo perdido, pero también celebra lo que queda, la vida y la oportunidad de salir del coche, subirse a otro vehículo y seguir trabajando, como hizo Daniel. Así nomás es esto, tropiezo, caída, y vuelta a levantarse para seguir haciendo.
Nuestra gratitud con los Bomberos Voluntarios de Santa Sylvina, el oficial Héctor Adrián Blanco, el Municipio que se puso a disposición, Mahico López, Esteban Luna, Patricio Nicoloff Mercado, y los anónimos que pararon a dar una mano para dar vuelta el coche, juntar lo desparramado, contrariamente al dueño de los perros y el ganado, que desesperadamente volvió por donde venía con sus vacas, sin siquiera preguntar qué fue lo que había pasado, por miedo a asumir la propiedad del perro y se le endilguen responsabilidades, lo que no está en mí, hacer.
Me queda el lamento de lo perdido, la satisfacción de las buenas actitudes, y la gratitud que sigamos vivos, enteros y sanos con mi compañero de ruta Daniel Ruiz, con quien contamos, curiosamente, la crónica de nuestro propio accidente".
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