EL NEGOCIO DE LOS SINIESTROS VIALES: La prevención no genera dinero, no ayuda a la industria del juicio
Si se apostara a la prevención en seguridad vial, se designarían profesionales habilitados en lugares estratégicos que tomarían acciones coordinadas.
Las ciencias de la salud nos dicen que es mejor “prevenir que curar”, pero este precepto no se aplica a la siniestralidad vial. Si esto fuera así, la educación vial estaría implícita en las currículas escolares de todos los niveles educativos y bien sabemos que esto no ocurre.
La prevención no genera dinero, no ayuda a la industria del juicio. La prevención trabaja con el sujeto antes del choque, lo ayuda, le da herramientas, le enseña y lo capacita.
La industria del juicio tiene una antesala importante: los reclamos ante las compañías de seguro para no llegar al litigio.
La prevención no ayuda a la industria del juicio; con la prevención, no se aumentan las primas del seguro, no trabajan los peritos, las casas de repuestos, las concesionarias, el circuito sanitario (ambulancia, traumatología, ortopedia, rehabilitación, etcétera).
Si se apostara a la prevención en seguridad vial, se designarían profesionales habilitados en lugares estratégicos que tomarían acciones coordinadas, medirían resultados a corto, mediano y largo plazo, tanto en la gestión pública como en la privada.
Las instituciones públicas y privadas deben entender que el capital más valioso para ellas es y siempre será el ser humano.
Cambios necesarios
Qué lindo sería un día despertar y ver que los jueces dictan sentencias pensando en la seguridad vial como una parte integrante de nuestro sistema de convivencia y no desde una concepción retrógrada, desde el “daño” y lo “culposo”.
Triste ejemplo son las últimas condenas de resonantes casos de conductores que matan a una persona con el vehículo para después tener a todo el aparato judicial que se esmera por hacerlo pasar como algo culposo, “sin querer, queriendo”.
Los organismos hacen oídos sordos de los reclamos de las víctimas de la violencia vial. Primera, segunda, tercera y hasta una cuarta victimización de los familiares; esto equivale a un maltrato y un atropello de los derechos humanos básicos.
Sin educación, no hay libertad; sin seguridad, no hay salud.
Sin educación vial, no hay garantía de libertad de tránsito; sin seguridad vial, no hay garantías para evitar los siniestros viales.
La seguridad vial no sólo es prevenir choques.
Es planificar una ciudad que nos contenga a todos, desde lo jurídico, lo social, lo sanitario, lo educativo, desde lo urbanístico con la mirada en el presente y un ojo puesto en el mañana.
Más multas de tránsito no es señal de que se trabaja en seguridad vial; por el contrario, nos muestra lo mal que estamos gestionando desde la educación, la promoción y la prevención.
¿Por qué en los lugares de gestión de tránsito y seguridad vial no hay profesionales legalmente habilitados para ejercer esas tareas?
Recién entonces podríamos pensar que la seguridad y la educación vial son políticas de Estado. Hoy estamos lejos.
*Docente de Educación Vial del Instituto Carlos Leguizamón
http://www.lavoz.com.ar/opinion/el-negocio-de-los-siniestros-viales
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